Poemas



Poemas del Brujo Rojo
(archivados por el posadero)





Desde el túnel

Fumamos la mordida insípida de la niebla
que inmediatamente a su ley nos empujó
devolviéndome a mi luna de temeroso ensueño,
devolviéndote a la furia de tu temido sol

Y el encuentro de ambos astros hubo de brillar
en una sangrienta caricia que derrumbó mi cuerpo
donde ya no reposaba alma alguna y donde tu voz
cautiva la arrastraba a su propia tempestad

Y tuviste alas donde no conozco los vientos
Y quisiste arder donde mis manos son glaciares
Y la inexistencia puso toda su ceniza en mi nombre
Y la eternidad ostentó su insignificancia

Estos fueron los dientes del monstruo
que no fui capaz de domar








La era del buitre

En la brisa de nuestros tiempos
todo el acontecer cósmico
se reduce a ser

un puñado de carroña

Y en tal realidad,
donde el hambre sanguinaria
del insaciable chacal
es bandera de lo humano…

Y en tal realidad,
donde el goce es moneda
acuñada en un saco sin fondo
que carga el fugitivo de los astros…

Y en tal realidad,
donde el poseído por sus poseídos
se inunda en el placer de la posesión
y ciego se desnuda ante su espejo…

Y en tal realidad…

son los buitres los que imperan

- L. Revol -






Abismal inexistencia I

El silencio nunca ha escapado
a esta voz que lo nombra
si acaso la nada puede nombrarse

En sombras quizás, pero solemne
pasea su incolora gracia por las calles
y duerme mientras otea las vigilias

Es este aun su afán de existir
y aunque ningún ojo cree en su imagen
se espantan los que escuchan los pasos
que pasean su abismal inexistencia

Así invoco su innominado destino
mientras el tiempo borra las letras
que jamás fueron escritas

Un astro mordió del vampiro
las fauces sangrientas
mas este no pereció
pues el astro manaba una luz
de tal fuerza

que era difícil creer su presencia

- L. Revol -






Extractos de furia

La distancia que me separa de tu nombre
tiembla descarriada buscando nombrarte,
tu voz es el apremio de una tinta sangrante
donde el sonido solo conoce tus pasos

En el paraje de la soledad no eres nadie
y en la tierra de la derrota eres la luz perdida,
perdida en el laberinto que llaman feminidad
donde el minotauro aún esboza mis heridas

Los minutos de vida rigen las horas muertas;
quien te llora, roba mis lágrimas;
quien te ama, sabe quién soy
pues solo hay un abismo donde sentirte

- L. Revol -






El resplandor de Venus

Odio al sol cuando sus rayos
blanquean mi sombra
Odio la noche cuando mi alma
la semeja
Odio a la gente cuando en masa
me recuerdan mi vana existencia
Odio la vida cuando me aterroriza
no mas que por mostrarme
que aún no he muerto
Odio a mis amigos
tanto como a mis enemigos
cuando enlazan mi putrefacto cuerpo
a mi alma sangrante
Odio a las mujeres cuando arpegian
el dolor en mis cuerdas vocales
y cuando sos visibles
Odio la esperanza cuando se muestra
inextinguible
Odio cuanto poseo
y cuanto pude poseer
Odio mis alas y las nubes
que en el vuelo me intoxicaron
Odio mi destino
Odio mis inútiles victorias
Odio todo y cuanto habita
en la parte de la inmensidad
que alcanzo a divisar...

porque he conocido el amor:
su lado más oscuro

- L. Revol -






Así como los sabios

Así como los sabios saben encontrar
en un simple grano de arena
la totalidad del universo...

Así como los dioses
para comprender nublan el pensamiento
y en el solo sentir le dan vida
a la muerte misma...

Así como el viento
que otea su gracia por los árboles
inunda hasta los rostros más anudados
en una calma infinita...

Así como la noche
brillando con la sensualidad de sus labios,
los labios de una dulce condesa,
destruye el infierno de los días de borrasca...

Así, así tan de esta manera,
una dama que lleva el resplandor
de la luna de Artemisa como espada
me ha besado las manos y el espíritu
y me ha ahogado en sus brazos
hasta sentir el cielo y el infierno unidos,
para ya nunca comprender nada,

para que ya nunca importe
la misma comprensión

- L. Revol -






El viento es el fantasma

El viento, ése es el fantasma
que se adueña de las puertas
Todo aquél que camine el asfalto
será un espíritu. Aquí estoy
danzando a la soledad
que sola te ha dejado
nadando en la brisa y el rocío
que inundan tu casa
Apaga esa lámpara, no lloverá
pues se me agazapa la lágrima
Si apagas, la desierta calle
arrulla tu sueño y me da un lugar
donde soy el único que descubre
que no existen los fantasmas,
tan sólo soledad disfrazada de noche
Al no ser más que recuerdo
en tu recuerdo
perdí las manos que tocarían tu puerta

No escuches, no existen estos pasos
que sobre mi sombra resuenan

Apaga esa lámpara. Soy sólo el viento

- L. Revol -






Abismal inexistencia II

La vida pronto encuentra su fin
mas aún más pronto la muerte
encuentra el modo de no acogerlo
suscitando estragos en la aciaga suerte

Ese es el suplicio. Aún no muero,
mas tengo la muerte en las venas
Estoy cansado, la tierra dice “levántate”

“A ver quién es la cena de quién”, dice el buitre
“Nada por aquí, nada por allá”, repite la vigilia
“Sólo yo puedo existir”, concluye el sueño

Y la dicha es triste cuando aparece
zumbando en la brisa
y sabido es que pasará inasible como el aire
y al pasar nos descubrimos solos

Y un atuendo de sombras es el precio
que me brindó una suprema inexistencia
habitada por imposibles criaturas
de extremada belleza… que no se ve…
pues ningún ojo traspasa la umbría…

Pero el sol está por salir…

Ya siento su frialdad…

- L. Revol -






El discordante

Escucho los garabatos que ella posa en mi piel
y tiemblo sordo y cada vez más sordo
imitando a la araña que quiere construir palacios
con polvo, con arena, con la garganta seca

Escucho las voces menos ciertas de la tierra
y tiemblo sordo y ya casi más que sordo
mientras relatan cómo ella construye retratos
de mí mismo, pero a partir de mis monstruos

Escucho partes de partes y ella es un todo
y tiemblo sordo y ya tan sordo que creo escucharme
en la caverna que soy, donde su voz es ley
y donde las hadas tienen alas de alambre

Escucho los garabatos que ella tan dulce y agriamente
ha tejido para mí, y hasta la araña se espanta
de lo incierto de mi fe y de lo cierto de su existencia
y tiemblo sordo y ya tan monstruosamente sordo...

que soy un vómito de oídos en ella desparramado

- L. Revol -






El seguchán

Era de milanga
el seguchán

Y sobre la mesa del comedor,
con los ojos de quien mira
por el simple impedimento
de no poder quitarse tales ojos,
rumiaba en medio del sopor

Dormido el televisor
y atosigada la rutina del reloj…

Entre mis dientes
ensalivaba y atrincheraba
toda suerte de minucias
que entre milanga y mayonesa
se entrelazaban…

Recuerdo algunas…

El gélido aroma de la rutina…
La fría mirada de una mujer…
La invernal furia de mis recuerdos…
La nieve y el cansancio de mi sangre…

Como veréis,
el producto no había roto
evidentemente
la cadena de frío

y sin embargo…

Indigestión

- L. Revol -






Romper las cadenas

Morir ahora, en una ráfaga de tiempo
absorbido por la lluvia
de una tormenta de recuerdos

Morir respetado,
como un glorioso guerrero
muerto en batallas sin causa

Y así morir, en silencio de lágrimas
que se pierden en los labios

Desvanecerse, lloviendo la muerte,
arrancándose la tormenta latente de vivir

Morir esta vez, sin resurgirse en el cuerpo
con una risa escondida tras el fracaso

Aferrarse a demonios desconocidos…
Desechar el amor en el aire, tras un suspiro…
Ahogarse en el último cigarro…

Y morir al fin, si ser suicida,
asesinado por la misma vida,
ahogado sólo de satisfacción

Acabar con todo y morir, feliz…

pero llevando el dolor de los que quedan,
vertiendo en nuestras cenizas
el sufrimiento de los que nos esperan…

Dejando aquí la injusticia
de arrastrarlos a nuestra tumba…

Y así descubrir, una vez más,
rebalsado de tanta existencia,
que se está encadenado a la vida

- L. Revol -






Esa voz

He mascullado en la sien el arcano
de una voz que parece cantar más diáfana
cuando enmudece que cuando canta

mas no comprendo el misterio…

estoy sordo

- L. Revol -






Blancas lunas

Una noche de blanca luna
la mujer más hermosa del mundo
trajo sus dulces rosas a mis negros bosques

Y en tardes de gloriosa epifanía
la mujer más hermosa del mundo
me dio a beber del néctar de los dioses

Y con luces divinales que solo ella conoce
la mujer más hermosa del mundo
fue la primera por quien quise ofrendar
hasta mi propia vida, hasta mi propia muerte

Y con la Tierra de los mortales rendida a sus pies
la mujer más hermosa del mundo
dio su sangre a mis venas, sus lágrimas a mis ojos
e este hombre de fuerzas inocuas

Y dentro de los tiempos que escapan al Tiempo
la mujer más hermosa del mundo
abrió su corazón ante mí, donde pude nadar
en un sueño infinito, en un arcano interminable

Pero otra noche de blanca luna descubrí
que habitábamos dimensiones lejanas,
que aquel cielo donde la mujer más hermosa del mundo moraba
no guardaba suelos donde posar mis pies,
que un abismo infranqueable nos separaba,
que el dios rector de las almas vivía cantando
mi prohibición a vestirme de sus rosas

Y dulcemente lloré en los latidos
de la mujer más hermosa del mundo,
en mi pecho se atragantó un "hasta nunca"
y grité a los vientos "hasta siempre"

Qué pena cargo... qué pena...

La pena más hermosa del mundo

- L. Revol -






Blancas lunas II

Una noche de blanca luna
el cielo y el infierno fueron a encontrar
el punto aquel donde coincidían

Y la Tierra se estremeció en el caos
Y los dioses aullaron como lobos hambrientos
Y los sabios perdieron toda razón y conocimiento
Y las almas de fuego arañaron el abismo
Y los cadáveres de sus criptas despertaron
en busca del espíritu único

Fue la misma noche de blanca luna
en que un poeta al fin vio su propio rostro
reflejado en las aguas del firmamento

Un rostro innombrable
Un rostro sin ojos ni labios
Un rostro que a sí mismo se miraba
sin verse

El instante mismo en que los astros
perdieron su nombre

El instante mismo en que los astros
fueron renombrados

Pues...

Una noche de blanca luna
la dama más poderosa de este mundo
le dijo al poeta más débil de este mundo...

que lo amaba...

- L. Revol -






La asesina

Vengo de una tierra
donde no existe la muerte
y todos lo que allí habitamos
no deseamos otra cosa
más que morir

Y un día la encontré
a ella, mi asesina,
la que ofrendó mi alma
al reino de los muertos

y yo...

se lo agradezco

- L. Revol -






La vampiresa

Nunca nadie conocerá el secreto designio
que la mueve a señalar su próxima víctima...

El elegido...

El elegido que la adorará como el esclavo
de rodillas se postra ante la griega Diana
y su tigre belicoso

Y adicto a su dulce mordida,
a la cálida caricia de sus colmillos,
la amará, así como el fumador
ama su tabaco

Y cuando al elegido ya le queden
las venas resecas
y su nombre y sus fuerzas haya perdido...

ella irá...

a por otro... y a por otro... y a por otro...

Y así, el tormento de sus noches
nunca acabará
mientras no sacie su inmortal sed de sangre

y de vidas

Sin embargo, alguna noche de blanca luna
como todo lo que habita, tendrá que perecer
junto a las miles de almas que eternamente llorarán

en sus propias lágrimas

No hay comentarios:

Publicar un comentario